La actividad física, no cabe ninguna duda, es muy beneficiosa para la salud. De hecho, cada vez hay más estudios que confirman que la práctica regular de ejercicio físico previene el desarrollo de enfermedades muy graves y potencialmente mortales. Y para ello, basta con hacer ejercicio de baja intensidad –o ‘menor exigencia’, como sería el simple hecho de caminar– todos los días. Pero, ¿qué pasa con el ejercicio de intensidad extrema que, como los maratones, pone nuestra capacidad física al límite? ¿Es igualmente ‘saludable’? Pues según algunos estudios, es muy posible que correr maratones aumente el riesgo de aterosclerosis, es decir, de padecer un endurecimiento de nuestras venas y arterias y, por ende, de desarrollar una enfermedad cardiovascular. Pero según un nuevo trabajo llevado a cabo por investigadores de la Universidad Técnica de Múnich (Alemania), parece que esto no es así.
Como explica Axel Pressler, director de esta investigación publicada en la revista «European Journal of Preventive Cardiology», «en los últimos años ha surgido un debate en torno a si el ejercicio intensivo de resistencia, como sería correr una maratón, puede resultar peligroso para el corazón. Algunos estudios previos han mostrado que tras correr una maratón se experimenta una elevación aguda de los mismos marcadores cardiacos que se ven incrementados tras un infarto. Además, otros trabajos han descubierto un aumento de aterosclerosis coronaria en los corredores de maratones como una consecuencia crónica potencial del hecho de correr. Sin embargo, esto no es así, y este efecto es debido a la exposición a otros factores de riesgo tradicionales como un historial presente o pasado de tabaquismo».
Cuestión de edad
Para llevar a cabo el estudio, los autores contaron con la participación de 97 corredores que completaron la maratón de Múnich en 2013 y que ya habían tomado parte en numerosas pruebas de resistencia –maratones, medias maratones y ultramaratones–. Concretamente, y sumada la maratón bávara, la media de pruebas completadas por los participantes se estableció en 11. Y para ello, seguían un calendario de entrenamientos por el que corrían un promedio de 59 kilómetros semanales y 1.639 kilómetros anuales.
Los autores evaluaron la rigidez arterial, el grosor de la íntima-media –una de las capas que conforman los vasos sanguíneos– de la arteria carótida y la disfunción endotelial –un parámetro que indica una reacción disminuida de los vasos a la circulación sanguínea– tanto antes como después de la prueba muniquesa. Y de acuerdo con los resultados, los tres parámetros fueron completamente normales tanto al inicio como a la finalización de la maratón.
Los corredores que han completado 20 maratones no tienen arterias más rígidas que la gente de su misma edad que ha corrido cinco maratones o ningunoAxel Pressler
Es más; los resultados mostraron la ausencia de una relación entre la capacidad de ejercicio, el tiempo en completar la maratón, el número de pruebas previas finalizadas y la distancia recorrida en los entrenamientos con la rigidez arterial, el grosor de la íntima-media carotídea y la disfunción endotelial. De hecho, el único factor relacionado con estos tres parámetros asociados a la aterosclerosis fue la edad de los corredores.
Como apuntan los autores, «según envejecemos, nuestras arterias se vuelven más rígidas y pierden para siempre su elasticidad. Pero nuestro trabajo muestra que los corredores que han completado 20 maratones no tienen arterias más rígidas o una función más deteriorada de los vasos sanguíneos que la gente de su misma edad que ha corrido cinco maratones o ninguno».
Así, refiere Axel Pressler, «podemos concluir que correr maratones no es por sí mismo un factor de riesgo cardiovascular. Y es que de acuerdo con nuestros resultados, parece que uno puede correr tantos maratones como quiera sin estar en peligro de sufrir un daño en la función de sus vasos sanguíneos. O lo que es lo mismo, de desarrollar aterosclerosis».
Efecto neutro
Entonces, parece claro: los maratones no tienen un efecto negativo sobre los vasos sanguíneos. Pero, ¿tienen un efecto positivo? Pues según este estudio, tampoco.
Como indica el director de la investigación, «correr tienen un efecto neutro sobre nuestras venas y arterias. Así, el estado de los vasos sanguíneos de un corredor dependerá únicamente de su edad».
Por tanto, el nuevo estudio supone una muy buena noticia para el creciente número de personas interesadas en correr una –o varias– maratones. Pero cuidado: en ningún caso debe obviarse la necesidad de contar con una buena preparación antes de enfrentarse a este tipo de pruebas. Como concluye Axel Pressler, «los maratones ponen el organismo bajo presión y los participantes deben asegurarse de que están preparados a través de un entrenamiento, nutrición e hidratación apropiados».
Source: Salud