Los británicos no se pararon a perder el tiempo haciendo elucubraciones. Es cierto que a primera hora de la mañana del domingo algunas voces pedían el aplazamiento de los comicios de este jueves 8 de junio aduciendo que dos atentados en dos semanas alteraban seriamente la campaña electoral que se había visto reiteradamente interrumpida, impidiendo el debate de asuntos relevantes como las consecuencias y alcance del Brexit. Observado desde ese punto de vista y los trascendentales debates que han quedado cercenados por los ataques, no parece exagerado decir que hay un objetivo claramente vinculado a los ataques: la democracia británica representada en su proceso electoral. Y ahí la similitud es clara con lo que sucedió en España el 11 de marzo de 2004: se han perpetrado unos atentados terroristas que aspiran a marcar el resultado electoral del 8 de junio.

El ministro para el Brexit, David Davis, se apresuró a comentar en la mañana del domingo, antes de que la primer ministro se dirigiera al país, que hay que tomar como ejemplo lo que se hizo en España en 2004 y celebrar las elecciones. Algunas voces habían puesto en duda la conveniencia. Después, Theresa May, a la Puerta del 10 de Downing Street también afirmó en un tono muy duro que las elecciones se celebrarían según lo previsto. Asunto concluido.

No hay ningún signo de que la oposición laborista esté intentando sacar rédito a estos sucesosEn esta campaña marcada por los atentados no hay ningún signo de que la oposición laborista esté intentando sacar rédito a estos sucesos. Corbyn circuló pronto un comentario recordando a las víctimas y sus familias, y recordando y agradeciendo la labor de los servicios de emergencia. Los ocho minutos que tardaron en finiquitar a los tres terroristas es uno de los datos más impresionantes de la tragedia del fin de semana.

En la misma línea de buscar una amplia base para la lucha que se avecina, la primer ministro incluyó en el comité Cobra que debe elaborar la respuesta al alcalde Londres, el musulmán y laborista Sadiq Khan, que desde el primer minuto denunció el cobarde ataque terrorista.

Y este domingo por la mañana los dos grandes partidos anunciaban la suspensión de la campaña únicamente por un día. Jeremy Corbyn se apresuraba a aclarar, antes de que lo hiciera la primer ministro, que se trataba de una suspensión temporal, de un día. Después era la propia May la que decía que habría que reanudarla porque «si nos paralizan, perdemos».

Pero otros partidos como los radicales del UKIP, que hace un año eran una formación trascendental durante el referendo del Brexit, son hoy una opción marginal. Hay que ver cuánto ha cambiado su relevancia en cuan poco tiempo. Probablemente por haber muerto de éxito al ser un partido monotemático que alcanzó su objetivo en el referendo de junio de 2016. Tan marginal es ahora el UKIP, que en la mañana del domingo se apresuraban a asegurar que continuaban su campaña al margen del luto nacional. Necesitan desesperadamente hacerse notar porque su único escaño en Westminster peligra. Pero todos sabemos que esa pérdida sería relevante solamente a efectos personales del menguante apoyo popular del UKIP. Porque la amenaza a la democracia no viene por la pérdida de pluralidad que implicaría esa representación. Llegó hace tiempo de allende los mares. Y está asentada.

Enemigo señalado
Una de las cuestiones que provoca este atentado es hasta qué punto hay un componente de buenismo como factor del auge del terrorismo. Es evidente que ha habido un grado relevante de tolerancia con el islamismo en una sociedad británica con tres millones de musulmanes que representan sólo el 5% de la población. Pero que en algunas ciudades son un porcentaje muy superior, como Birmingham, Bradford y Mánchester con un 15%, Londres con un 10 o Leicester con 18,6%. Las palabras de May mostraron firmeza y señalaron hacia el verdadero enemigo: el terrorismo islamista. Fue una ruptura frente al lenguaje políticamente correcto de ocasiones anteriores refiriéndose ahora a un terrorismo al que ha señalado sin apocarse, frente a las referencias menores y equívocas hechas por políticos y policías antaño.
Source: ABC

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