La ketamina es un fármaco antagonista de los receptores NMDA que se utiliza desde el año 1965 a dosis bajas en cirugía para reducir el dolor postoperatorio y, en consecuencia, reducir la necesidad de que el paciente tenga que ser tratado con opioides. Un fármaco que, además y según evidencias recientes, disminuye el riesgo de que las personas mayores padezcan delirios y desorientación tras su paso por el quirófano. Pero estas dosis bajas de ketamina, ¿son realmente efectivas para su uso en la cirugía? Pues según un nuevo estudio dirigido por investigadores de la Universidad de Washington en St. Louis (EE.UU.), no. De hecho, no solo no reducen el dolor, sino que aumentan la probabilidad de que los pacientes longevos experimenten alucinaciones y pesadillas durante su recuperación.

Como explica Michael S. Avidan, director de esta investigación publicada en la revista «The Lancet», «en los últimos años ha habido un gran incremento de la cantidad de ketamina administrada en los quirófanos para tratar de prevenir el dolor postoperatorio sin tener que recurrir a los fármacos opioides. Sin embargo, en nuestro trabajo hemos hallado que la práctica actual de administrar dosis bajas de ketamina a los pacientes durante la cirugía no tiene el efecto deseado».

Sin beneficio
Para llevar a cabo el estudio, los autores siguieron durante varios días la evolución de 672 pacientes mayores de 60 años que, operados en Estados Unidos, Canadá, India y Corea del Sur, no habían recibido ketamina o habían sido tratados con el fármaco a dosis bajas durante su intervención en el quirófano. Concretamente, los autores preguntaron a los participantes sobre su dolor, analizaron la cantidad de opioides utilizados para calmar este dolor, y evaluaron a los pacientes dos veces al día para identificar la presencia de delirio –un estado caracterizado por la confusión, la agitación y la incapacidad de reconocer a los familiares y allegados.

Como indica Michael Avidan, «cuando los pacientes tienen delirios tras la cirugía suelen pasar más tiempo en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI), presentan estancias hospitalarias más prolongadas y tienen mayor probabilidad de fallecer. En general, los pacientes que desarrollan delirios tienen un peor pronóstico y un mayor riesgo a largo plazo de deterioro cognitivo. Por tanto, es importante prevenir estos delirios en la medida de lo posible».

Además de no ayudar en el dolor y el delirio, la ketamina está causando a los pacientes alucinaciones y pesadillasMichael Avidan

En este contexto, algunos estudios pequeños publicados recientemente han sugerido que la administración de dosis bajas de ketamina durante la cirugía reduce el riesgo de delirios postoperatorios. Y asimismo, los trabajos llevados a cabo con modelos animales –ratones– han mostrado que la ketamina acelera la recuperación tras la anestesia, lo que sugiere que el fármaco puede tener un efecto protector sobre el cerebro. Pero, ¿esto es realmente así? Pues parece que no.

Como apunta George A. Mashour, co-autor de la investigación, «nos ha sorprendido especialmente la falta de efecto de la ketamina sobre el dolor postoperatorio. La administración de este fármaco durante la cirugía para prevenir este dolor posquirúrgico es cada vez más común, pero nuestros datos cuestionan esta práctica y sugieren que, incluso después de muchas décadas de uso, necesitamos más estudios para llegar a entender la utilidad de la ketamina».

Es más; el empleo en el quirófano de la ketamina aumentó el riesgo de que los pacientes experimentaran alucinaciones en los días posteriores a la intervención.

¿Cuestión de dosis?
En definitiva, parece que las supuestas bondades asociadas a la ketamina en el quirófano no son tales. Tal es así que, como refiere Michael Avidan, «los médicos deberían reconsiderar la práctica, ciertamente común, de administrar estas bajas dosis del fármaco durante las intervenciones».

Pero si no había grandes estudios que ya hubieran constatado el beneficio de la ketamina sobre el dolor o el delirio, ¿cómo es que el fármaco se ha venido administrando tan ‘alegremente’? Pues como alude el director de la investigación, «había varias razones para pensar que este fármaco confería una protección sobre el cerebro en el momento y días posteriores a la cirugía, por lo que creíamos que la ketamina podría reducir de facto tanto el dolor como el delirio postquirúrgicos. Pero desgraciadamente, no hace ninguna de las dos cosas. Y además de no ayudar, la ketamina está causando otros problemas a los pacientes, caso de un aumento de las alucinaciones y de las pesadillas».

Entonces, ¿puede concluirse que la ketamina no es efectiva para su uso en cirugía? Pues no. Quizás se trate solamente de una cuestión de dosis. Como concluye Michael Avidan, «es necesario evaluar si dosis más elevadas podrían resultar más efectivas o, por el contrario, si necesitamos hallar otras alternativas a los opioides».
Source: Salud

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